Rutas Pirineo Aragonés: La Senda de Camille (104km/D+6.000m). Crónica personal a la carrera.

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Dentro de las grandes rutas del Pirineo, La Senda de Camille ofrece un encanto especial. Se trata de Una travesía circular de montaña de 6 – 7 etapas en un paisaje espectacular, siguiendo los pasos de Camille, el último oso autóctono quien en esta zona su hábitat natural.

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Hace unas semanas, nuestros compañeros Alex y Raul completaron la ruta a la carrera, adaptándola en varias etapas al trail running. De hecho, es posible afrontarla tambien del tirón con un objetivo de completarla entre las 24-48 horas. Aquí os dejamos su crónica personal. 

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LA SENDA DE CAMILLE: CRÓNICA PERSONAL. 

Va por tí, Camille.  Por Espi, Alex Varela y Raúl Concheso. 

 

Quienes nos conocen ya saben que no tenemos remedio…nuestra droga es la montaña. Y si no nos conoces y has seguido leyendo este artículo, es muy posible que tú tampoco lo tengas.

Si es así, seguro que ya sabes que a menudo, una inofensiva cafetería, puede convertirse para dos tipos como nosotros, en lo que llamamos un improvisado CAPOM (Centro de Alta Planificación de Operaciones de Montaña). Vamos a por café y salimos con miles de nuevas ideas para disfrutar de nuestra pasión. Como decíamos, no tenemos remedio.

Aquel día, no sabemos si por el efecto de la cafeína o por melancolía, decidimos que seguiríamos los pasos de uno de los últimos osos autóctonos de los Pirineos: Camille. Puede que no sea la ruta más atrevida que hayamos hecho, puesto que está muy preparada (hay varios refugios durante el camino donde descansar y sellar una cartilla que dará fe de la hazaña); sin embargo, recorre los mismos hermosos parajes de España y Francia que recorrió Camille. ¿No la convierte eso en una ruta salvaje?

En total, se trata de 104 kms con aproximadamente 6.000 m de D+, proyectados para ser recorridos en unas 6 ó 7 etapas.

– “¡Uf!, ¡no tenemos tanto tiempo!…¿Y si lo hacemos corriendo?”.

– “¡Qué buena idea!”

Así que unos días más tarde preparamos nuestros respectivos equipos con la firme intención de dejar resuelto el tema en 24 horas, partiendo del Refugio de Linza, haciendo parada en Somport al final del día, para luego regresar al punto de partida, esta vez por el tramo que va por Francia.

Puede que seamos un par de locos, pero respetamos muchísimo la montaña, por lo que ya habíamos consultado la “meteo” y llevábamos todo lo necesario para las posibles adversidades que se nos presentasen: comida, bebida, mantas y ropa térmicas…Nos gusta “jugar” con la montaña, no jugárnosla en ella.

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¡Empieza la aventura tal como planeamos! Salimos del Refugio de Linza. Lo hacemos con la fresca, a las 7:00 AM como un reloj. Nos esperaba un largo día y no convenía demorarse. Destino más próximo: Refugio de Gabardito, o lo que es lo mismo, partíamos del Valle de Ansó y nuestra siguiente meta estaba en el valle de Hecho. Todo por encima de los 1.000 m.

Atravesamos valles y montañas, como Marco con Amedio, aunque no diremos quién era quién…jeje. Recorrimos Zuriza, Taxera, Achar de Alano, Reclusa, Collado Bajo de Lenito y Santana, hasta que por fin llegamos al Refugio de Gabardito. Primera meta del día alcanzada, pero aún quedaba mucho por andar. Sellamos la cartilla, no sin antes reponer agua, y en marcha. Pasamos el Salto la Vieja, Plandániz, Collado de Foratón, y llegamos a nuestro segundo objetivo de ese día: el Refugio de Lizara. El ánimo estaba alto a pesar de que el sol no quería darnos tregua. Cada soplo de brisa era un regalo. Nuevo sello, nueva reposición de agua, y ahora sí, había llegado el momento de dirigirnos al último punto del día, y que ya nos situaría en la mitad de la ruta: Somport. Aún teníamos que dejar atrás Paúl de Bernera, Valle de los Sarrios, Ibón de Estanés y Bosque de las Hayas. Íbamos muy bien de tiempo. Calculamos que llegaríamos sobre las 20:00 y así fue, a pesar de que por el camino tuvimos que cruzar algún que otro riachuelo con los que no contábamos, y que, dicho sea de paso, no andaban escasos de agua.  

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Hasta aquí, todo iba sobre ruedas. Era el momento de hacer un descanso de verdad antes de reiniciar la marcha, pero tampoco excesivo para no caer en los brazos de Morfeo…Después de un largo pero estupendo día de montaña, teníamos que evaluar cómo nos encontrábamos para seguir adelante. Estábamos cansados, (¡cómo no estarlo!), pero aún teníamos ánimo para continuar.

Mientras recuperábamos fuerzas nos dimos cuenta de que la luz que entraba por la ventana del Albergue de Aysa estaba disminuyendo a pasos agigantados. Cuando salimos pudimos confirmar nuestros temores: una espesa niebla tapaba la montaña y complicaba  la realización del trayecto nocturno, por lo que, creemos que inteligentemente, aplazamos la siguiente etapa para cuando amaneciese.

Ya con la luz del día de nuestra parte y después de un merecidísimo café, reanudamos la aventura hacia el Refugio de Arlet. El paisaje era espectacular (Bosque de Sansanet, Bosque de Espelunguère, Col de Lapachouaou…), pero nuestro compañero de viaje, el sol, empezaba ya a hacer de las suyas. Imprescindible una buena hidratación. Esta vez nos costó arreglárnoslas con el agua que SIEMPRE llevamos con nosotros, por lo que nos alegramos más que nunca al poder beber mucha agua al llegar al Refugio. ¡Qué rica!

Próxima parada: Lescun. Cruzamos Col de Saoubathou, Puerto de lo Palo y Labrenère, y una vez más, lo conseguimos, aunque el cansancio y el calor ya estaban haciendo mella. Con casi 90 kms a la espalda, y sobre todo a las piernas, ya estábamos muy cerca de la victoria final. Sin embargo, como a veces sucede, alguien más se unió al grupo. Ahora estábamos Raúl, Alex, el sol y lo que hemos denominado un “buitre leonado”, porque lo de “pájara” (que por cierto, realmente es una hipoglucemia), se nos quedaba corto. Afortunadamente el bajón sólo afectó a uno de nosotros, por lo que entre los dos pudimos alertar a quienes nos podían ayudar y creímos oportuno abandonar por ese día.

Pero como somos gente que no se deja amedrentar, al día siguiente, muy temprano, ya estábamos de nuevo en pie, totalmente dispuestos a redondear la faena. La estrella de esa jornada era el ascenso al Petrechema (2.371 m). Afortunadamente nos gustan las pedreras y las pendientes, así que estábamos encantados de que ese fuese el broche final. Sólo quedaba el descenso a Linza y ¡por fin!, ¡ya nos hemos empapado de los rincones que vio, tocó, escuchó, probó y sobre todo, olisqueó el oso más recordado de los Pirineos! ¡Va por tí, Camille!

Texto: Espi

Fotografías: Raul Concheso y Alex Varela

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EPÍLOGO: LOS OSOS EN EL PIRINEO, HOY. 

Según informa la propia web oficia de esta ruta, la población osera pirenaica original contaba con 200 osos a comienzos del siglo XX, que fueron menguando progresivamente. Así, tras la muerte de Canelle en 2004 en Francia, la última osa autóctona de los Pirineos, y la muerte natural del viejo Papillon –a la edad de 29 años- lo que quedaba de la población osera nativa de estas montañas era el macho Camille, que con más de 25 años, también se da por muerto desde 2010.  En su memoria se creó esta ruta que hos os presentamos

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El oso ha vuelto al Pirineo, si bien no es la especia autóctona: En 1996-1997 y en 2006, se introdujeron ejemplares de origen esloveno que se han adaptado y reproducido. En las dos vertientes del Pirineo viven actualmente al menos 15-20 osos. Los valles de Roncal (Navarra), los de Ansó y Hecho (Huesca) y Val d’Arán y Pallars Sobirá (Lérida), son las áreas más querenciosas y frecuentadas. Mientras esperamos que se consolide su retorno, valgan estas imágenes para recordar a Camille, el último oso del Pirineo.

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MÁS INFO ENTRENAMIENTO Y MATERIAL TRAIL RUNNING

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Info publicada por Mayayo Oxígeno para Carrerasdemontana.com