Anton Krupicka contra el fantasma de Matt Carpenter: La leyenda del indomable. Crónica de Leadville 2010.

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Nuestra serie LEYENDAS DEL TRAIL os trae hoy la mítica carrera de ANTON KRUPICKA EN LEADVILLE 100 2010. Un fracaso glorioso del que fuimos testigos directos, pues aquel año un español, Mayayo, cruzó por primera vez la meta de esta carrera a 3.000 metros de altitud en Las Rocosas, una cita que cumplía ya 24 ediciones.

 

Anton Krupicka salió ese 2010 como un rayo y pronto se destacó en cabeza, donde llegó a tener hasta 90 minutos de ventaja. El record «imposible» de Matt Carpenter estaba a tiro. Tristemente, la carrera del líder acabó en el km120, pues cuando trepaba hacia los 3.400m de altura de Sugarloaf Pass, la hipotermia y el esfuerzo acumulado lo tumbaron. Una bici de montaña dió rápido aviso a la organización, que logró con un quad llevarlo en volandas al control de May Queen donde quedó arropado y entubado. Así lo vivimos, en Colorado.

Anton Krupicka lider Leadville 100 Miles 2010 con Dakota Jones. Foto: Memphis Madrid.

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LAS 100 MILLAS DE LEADVILLE: DE LAS 4.00h DEL 21AGO A LAS 8:26h DEL 22AGO
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Anton Krupicka nació en 1983…y a los doce años corrió ya su primera maratón. Su pasión por correr comenzó muy joven y al completar su primer ciclo universitario, se lanzó al profesionalismo en 2006. Fue un año espectacular para el, pues pese a su corta experiencia logró vencer en la High Mountain 50km con 4h23m. Derrochando ilusión, se lanzó a debutar ese mismo año en las míticas 100 millas de Leadville, donde en 2005, se había fijado un record para la historia, cuando el 12 veces campeón de Pikes Peak Marathon, Matt Carpenter reventaba el crono con 15h42m59s.
La forma física de Matt en 2005-06 ha sido quizá, la mejor de un corredor de montaña en toda la historia: No solo grabó esa marca sideral en las cien millas de  Leadville, sino que además venció con 3h33m07s en la Pike´s Peak Marathon del año siguiente, una marca que aun perdura pese a los repetidos intentos del propio Kilian Jornet por batirlo, el último tan reciente como en 2019. De hecho, antes del COVID19 Kilian tenía fijado el asalto al record en rojo, para su calendario 2020. Tendrá que esperar. Pero volvamos a Leadville, el pueblo más alto de los Estados Unidos.
¡Anton llegó a Leadville en 2006, vió y…ganó! Dos veces, además. El jovencito universitario lograba una prestigiosa victoria en la mítica Leadville 100 Millas, con una marca de 17h01m. No solo eso, en 2007 Anton volvía al lugar del crimen y sumaba el doblete, mejorando además su propia marca para rebajarla hasta los 16h14. Y todo esto 24 años. ¿Qué hacer en adelante?
¿Correr con cabeza, para sumar más y más victorias?
¿Correr de corazón, marcando ritmos suicidas desde la salida, para batir un record «imposible»?
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La respuesta llegó en 2009, cuando tomó la salida bajo el lema «Go Big or Go Home» (Ve a lo grande o vete a casa) Anton tomó la cabeza de carrera casi desde el principio. Empujó con fuerza, ciñéndose en todo momento a ese plan que, en labios de un torero sería «Salir por la Puerta Grande o por la Enfermería». Durante gran parte de la carrera logró tiempos de paso al ritmo del record. Así, llegó a pasar 17 minutos más rápido en la milla 60 e incluso a más de 20 minutos bajo el record en la milla 70. Y sin embargo…abandonó poco despues, en la milla 78.
Pocas imágenes lo retratran mejor que esta instantanea en una enorme recta de la carrera. cuando llegamos ese año a la altura de la Piscigactoría Nacional «Fish Hatchery» en la milla 76.5:. El bicampeón, que había corrido hasta entonces más rapido que nadie en 23 años de historia, apenas podía andar, aun estando en una llana recta de asfalto, tal como lo retrató Rob O´Dea.
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Anton volvió para Leadville 100 Miles 2010. Según el, esta vez no buscaba el record como tal no. Solo quería correr al máximo que le pemitiera su cuerpo, de salida a meta. Quería dejarse ese día, a más de 3.000 metros de altura en Las Montañas Rocosas de su adorado Colorado, TODO lo que había logrado construir en 27 años de pasión por correr. Un estilo este, tan americano como el mito de Steve Prefontaine que permea la cultura del correr universitario en los Estados Unidos. Una influencia sin la cual, los riesgos suicidas que asumen en las ultras corredores como Zach Miller, Jim Walmsley o el propio Anton se hacen difíciles de entender por el aficionado europeo.

En fin, ese 2010 estuvimos tomando café de madrugada en la salida juntos, codo con codo en la barra. Nosotros, unos pardillos europeos recien llegados a la ultra más legendaria de las Américas: La carrera del duelo de Ann Trason y los Tarahumaras en 1994; La carrera del record para la historia de Matt en 2005…y tambien, poco lo sabía yo al tomar la salida detrás de Anton, la carrera donde Krupicka estaba a punto de forjar su popia «Leyenda del Indomable» ese mismo día.

Anton siempre ha insistido en que, a pesar de la imagen dada por sus ritmos en carrera, ese 2010 nunca llegó con la intención de batir el récord de Matt Carpenter. En realidad, nos contó que quiso aplicar la misma estrategia que le había funcionado a la perfección durante todo el año, ganando la Miwok 100km en Mayo y firmando plata en la Western States 100 Millas de Junio: Segun él, se concentraba en competir al máximo con los otros corredores  y apostar por que de ese énfasis competitivo resultaría no solo en una victoria sino un tiempo de meta rápido. Aunque, luego, los números de carrera no parecen refrendar esa versión…vamos a seguirle juntos en su calvario, que está a punto de comenzar.

Leadville 100 Miles: Perfil de carrera, siempre entre 3.000-4.000m de altitud.

 

Anton llegó con su escudera Jocelyn a Leadville la madrugada del viernes e inmediatamente pasó el examen médico obligatorio pre-carrera,  Una experiencia muy interesante para mí, como europeo, el ver como chequeaban el peso y la tensión de cada dorsal al recogerlo, con el fin de controlarnos médicamente en carrera y prevenir lesiones graves. Doy fe que lo hacían de veras pues, cuando llegué al paso del ecuadro en la milla 50 de carrera, un sanitario me ordenó subirme a la báscula y alarmado porque había perdido ya 3 kilos en carrera me ordenó quedar parado hasta recuperar al menos 1L de líquido: Solo despues de hacerlo me dejó volver a carrera.

Luego Anton marchó a la presa de Sugarloaf para un último trote antes de la carrera hasta el embarcadero de Tabor y vuelta. Era la primera vez que pisaba el circuito desde la carrera del año pasado y se sentía en orden y listo para comenzar. Se levantó a las 2:30 de la mañana del día siguiente, para contemplar sonriente, como nosotros, unas condiciones climáticas perfectas para correr, cerca de 0ºC a esos 3.100 metros de altitud, tiempo calmo y una luna gigante anaranjada coronando el Mount Massive que domina Leadville.

Mount Massive sobre Leadville 2010. Foto Mayayo.

 

Ese año eramos unos 700 dorsales, más corredores que nunca en la historia anterior de Leadville. Así que, para todos, la salida tenía un ambiente eléctrico, pleno de emoción y el comienzo de todo el pelotón reflejó sin duda más energía nerviosa de lo habitual. Desde la propia salida, Anton parecía volar en una galaxia propia, aunque varias paradas para desaguar hicieron que no se destacara en cabeza hasta el corto y agudo ascenso desde Powerline hasta el sendero del lago. Allí ya tomó la delantera junto a Hal Koerner y Bob Sweeney. Cruzaron la carretera en aproximadamente 43 minutos, un parcial rápido, pero aun así los tres llegaron a Boat Ramp  juntos en una hora.

Para entonces, el trío de cabeza marchaba claramente destacado, siendo con mucho, la carrera más solitaria del grupo de cabeza hasta llegar a  Mayqueen. en 1:39. A estas alturas, ya marchaba tres minutos más rápido que el año anterior, pero con grandes sensaciones. La ascensión por pista forestal hasta la primera cima de la carrera, los 3.400m Sugarloaf Pass, le vio llegar junto a Hal y a la cumbre, gozando de el expecional amanecer azul que tuvimos ese año. El avitu de la Piscifactoria en la milla 23 les vio llegar juntos en 3h06.

Poco despues, en el punto de control de Pipeline, su compañero se descolgó…y ahi arrancó la cabalgada en solitario de Anton, ya sin más rival que el fantasma de Matt Carpenter. Los primeros dolores en carrera no los sintió hasta las primeras 30 millas algo más que aceptable para el ritmo que estaba marcando. El siguiente punto clave para las referencias era el avitu de Twin Lakes, antes de iniciar la gran escalada de la prueba hacia los 3.800m de Hope Pass, donde Anton buscaba completar el doble cruce ida/vuelta de Hope Pass con el menor daño posible, con el fin de poder lanzarse en los ultimos 60km hacia meta con las fuerzas bien conservadas.

Ultra trail USA leadville 100 millas

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De hecho, el clásico descenso en la ida para embocar Twin Lakes le dejó buenas sensaciones de fuerza, aunque empezó a sentir una punzada de la rodilla intermitente. Curiosamente el paso en 5:17, marcaba exactamente el mismo ritmo que el año pasado..si descontamos cinco minutos perdidos en un desvío anterior mal tomado. La gran trepada hasta el avitu de Hope Pass, unico del mundo atendido solo por llamas, puesto que ningun vehiculo puede trepar el escapado sendero hacia sus 3.800m de altura. En este tramo fue evaluando la comida y se dio cuenta que no había podido comer tanto como de costumbre. Anton consumía unos tres geles GU por hora pero en esta Leadville 10 estaba tomando casi 1/3 menos, porque tenía el estómago un poco descolocado.

 

Antes de darse cuenta, Anton llegaba a mitad de carrera en Winfield, marcando 7h26 y sintiéndose quizá más fresco que nunca antes al paso por ese punto. Allí se reencontró con su joven escudero Dakota Jones, a quien conoció por primera vez tras firmar plata en el White River 50 de unas semanas antes. Dakota le confirmó entonces que en Twin Lakes ya llevaba 20 minutos al segundo, así que relajarse parecía una gran estrategia. Salieron juntos para la escalada de vuelta hacia Hope Pass, que cubrieron a la carrera juntos, más que motivados al cruzarse con Duncan que marchana segundo y darse cuenta que para entonces contaban ya con más de 40 minutos de ventaja,

En ese descenso de vuelta tras Hope Pass, con Anton corriendo junto a Dakota Jones, se cruzaron commigo. Yo  marchaba aun de ida y los vi bajando como balas hacia mi. Me quedé pasmado. Cuando ya llegaban a mi altura, el líder de carrera me animó con un «Good job!». A mi, el que era el bicampeón y luchaba por batir un record sideral… En fin, boquiabierto me dejó el detalle. no

 

El año previo, Anton se esforzó demasiado en este tramo y había llegado a Twin Lakes en muy mal estado. Este año, lo cubrió en 44 minutos sin empujar y al llegar a Twin Lakes marcaba unas 9:30. Al salir, de nuevo le recordó a Dakota que no tocaba forzar todavía. Sin embargo, mientras seguían avanzando hacia la estación Box Creek, ya sobre las 69 millas, Anton hizo ya alguna mini parada para relajarse unos segundos antes de seguir. La carrera se iba cobrando un creciente tributo ante esos ritmos vertiginosos.

 

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El año anterior, Krupicka había hundido en esta sección, muy expuesta al sol y al ciento, por lo que llegar allí ese 2010 con buenas sensaciones le dio un nuevo impulso. Apenas paró cosa de un minuto antes de volver a carrera. Sin embargo, las sensaciones se invirtieron por completa en la dura sección asfaltada de Halfmoon Creek Road hacia la piscifactoría de Fish Hatchery. Para casi todos quienes hemos terminado esta carrera. ese tramo lo recordamos como una de las peores secciónes del Leadville Trail 100 al ser una carretera llana, dura, negra, ventosa y expuesta, que te desgasta casi tanto en lo físico como en lo moral. Finalmente, llegaron a la Piscifatoria.

Habían cubierto 76 millas en 12:06. Quedaban 24 millas a meta y 3h36m para resolverlas batiendo el record. Tres cuartas partes de carrera quedaban atrás y por delante el último arreón, donde el fantasma de Matt Carpenter había llegado a meta en 2005 con 14h42m50s. Todo parecía posible en ese momento. En ese momento, Anton sabía que tenía una ventaja de casi 90 minutos con Duncan y todo lo que realmente necesitaba hacer era seguir avanzando, andando incluso, para lograr ganar la carrera.

Salió de allí con el veterano Alex Nichols como nuevo escudero, pero las sensaciones no hacìan mas que empeorar por minutos. Tras una larga ascensión al paso, en la parte superior de la primera cumbre falsa, rompió al trote para encarar el suave descenso, pero algo lo llevó allí completamente al límite. En cuestión de unos pocos cientos de metros, la marcha de Krupicka se degradó a un patético tropiezo: Quedó incapaz de comer y beber, a la vez vez que se helaba y sudaba alternativamente. Pronto convenció a Alex de que una siesta de cinco minutos en mitad del camino era lo más lógico, viendo como iban las cosas. El fantasma de Carpenter volaba ya solo por delante y ahora, para Anton quedaba tan solo el reto de sobrevivir hasta meta, como fuera. Alex logró levantarlo de vuelta a la carrera, pero el bicampeón se tambaleaba y tropezaba con sus propios pies, sonado como un  boxeador.

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Y allí acabó todo. Tras dos horas y media más de tambalearse, tropezar y sentarse, finalmente Anton se derrumbó literalmente, tras haber cubierto más de 81 millas. El sol todavía estaba bastante alto, pero a más de 3.300 metros de altitud, apenas pararse la hipotermia atacó a un corredor que llegaba completamente vacío tras el tremendo ritmo impuesto hasta ese momento. El plan de supervivencia había sido llegar a Mayqueen en la milla 87, donde recargar comida y agua, abrigarse con toda la ropa y caminar las últimas 13 millas hacia la ciudad con Jocelyn. Anton, a esas alturas, aun seguía liderando la carrera, pero el plan hacía tiempo que era cruzar meta sin más. No lo consiguió.

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La situación del corredor empeoró rápidamente hasta que un seguidor de carrera bajó a todo trapo en BTT desde Sugarloaf Pass a pedir ayuda, un poco antes de que al fin el segundo en carrera, Tim Duncan diera por fin alcance al derrumbado Anton, seguido por Zeke Tiernan, tercero. Ambos ofrecieron la ayuda que pudieron antes de continuar en camino hacia el oro y la plata en meta. Poco después,llegó en un quad el personal de carrera para llevarle a la estación de ayuda de Mayqueen, donde llegó hipoglucémico. e hipotérmico y se le administró una vía intravenosa. Pararse aquí a 3.400m y bajo cero, agotado tras tantas horas de esfuerzo, es un peligro tremendo pero nos ronda a casi todos. Este puerto, tobogán tras tobogán, se hace infinito a estas alturas. Junto a la carretera anterior, esta trepada a Sugarloaf fue para mí tambien el peor tramo de carrera.

El balance de Anton en su crónica de carrera no pudo ser más honesto, ni más duro para consigo mismo:  El año pasado nunca perdí mis facultades mentales o la capacidad de tomar comida o agua. En cambio, simplemente carecía del compromiso mental de continuar con la carrera después de que mis quads dejaran de funcionar. Si hubiera comenzado Leadville el año pasado con la intención de terminar a toda costa (como hice este año), habría terminado. Este año, desafortunadamente, llegué a un lugar donde ya no era una opción para mí.
La buena noticia es que apenas me duele la carrera. Mientras que el año pasado estuve lisiado durante días después, este año, incluso el domingo por la mañana en la ceremonia de premiación, mis principales fuentes de incomodidad fueron las grietas superficiales en la piel de mis pies y algunas uñas hinchadas y maltratadas.

Todavía tengo que procesar por completo todas las lecciones que he aprendido de esta, pero quiero dejar en claro que este no fue otro intento de todo o nada para correr un tiempo súper rápido. Antes y durante la carrera en sí, estaba completamente emocional y mentalmente preparado para terminarlo simplemente caminando. En cambio, esto fue un fracaso para abordar suficientemente mi no deseo de ingerir suficientes calorías en el transcurso del día. finalmente me atrapó en un lugar extremadamente inoportuno. Si hubiera golpeado duro un poco antes y me hubiera quedado en Fish Hatchery durante el tiempo suficiente (ya sabes, una hora o dos) para recuperar mi cuerpo, creo que podría haber terminado. O, si hubiera podido llegar a Mayqueen antes de que mi cuerpo se apagara por completo. Pero estaba en la cima de una montaña, y necesitaba ayuda, y así fue. Obviamente, con la ventaja que tenía sobre Duncan en Fish Hatchery, en retrospectiva, parece que si simplemente estuviera interesado en ganar la carrera, habría pasado una cantidad considerable de tiempo allí asegurándome de estar listo para enfrentar a Sugar Loaf. Sin embargo, durante la realidad de la carrera, eso habría parecido algo ridículamente conservador. Me pesaron en el criadero de peces y solo pesaba tres libras. No había forma de saber que iba a derrumbarme tan bruscamente, solo unas pocas millas más tarde.

Estoy extremadamente agradecido de que el personal de la carrera estuviera allí para rescatarme. Dije en una entrevista previa a la carrera que correr una carrera es una oportunidad, otorgada por el apoyo de otros, para explorar un aspecto diferente de mi psique corriendo. Mientras que durante el entrenamiento estoy seguro de ser lo más autosuficiente posible, el sábado, durante la carrera, me tomé la libertad de coquetear inadvertidamente mucho más al límite de mis límites y llevarme a un lugar peligroso al que nunca iría solo. durante el entrenamiento. Por esta oportunidad estoy agradecido

 

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Tal como el propio Anton nos confesó en la mañana siguiente, en la entrega de premios, a pesar de la imagen dada por sus ritmos en carrera, ese 2010 no había salido con la intención específica de batir el récord de Matt Carpenter en 2005. Segun el, estaba especialmente convencido para esta estrategia de carrera en particular en Leadville porque la longitud y la imprevisibilidad inherente de 100 millas pueden hacer que los primeros parciales carezcan de sentido y porque tambien estaba extremadamente familiarizado con el LT100.  Anton al salir reconocía tan solo dos objetivos explícitos para Leadville este año: ganar y terminar sin importar qué. Aunque le llevara toda la noche, lo último que quería hacer era ababdonar en Leadville dos años seguidos.

Anton volvió a cruzar la meta de Leadville en 2012, siendo cuarto ese año con 17h21, antes de marchar a disputar la Ultrapirineu donde solo pudo ser superado por el propio Kilian Jornet, en una edición durísima por la meteo donde ambos compartieron muchos kilómetros juntos. Las lesiones por correr en exceso no le han dejado brillar a su nivel en otros años, Pero con podios o sin ellos, aquel día de Agosto de 2010 en que yo cumplí mi loco sueño de cruzar la meta de Leadville, volví de Estados Unidos pensando que Anton me había dado una lección.

Lo importante en una ultra no es la marca o el resultado en meta. Es como te sientes respecto a ti mismo al terminar. Si ese día, diste todo lo que llevabas dentro, sonreirás al recordarlo. Si no lo hiciste…si no lo hiciste, siempre pensarás: ¿Y si lo hubiera dado todo? ¿Y si…?

Anton Krupicka escribió, en aquella Leadville 100 Millas del 2010 su propia Leyenda del Indomable. Y yo a ti, Anton, por esa lección te estaré siempre agradecido. 

 

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ENTREVISTA CON ANTON KRUPICKA EN LAVAREDO ULTRA TRAIL 2019. 
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Han pasado casi diez años desde aquel día en las Montañas Rocosas. Anton sigue en la brecha. Una grave lesión por sobrenentrenamiento le ha perseguido las últimas temporadas, sin dejarle volver a competir al máximo nivel como el querría. Pero sí puede salir al monte cada día: Con la bici de montaña, escalando…tambien descubrió el esqui de montaña en este tiempo. El caso es seguir haciendo lo que nos gusta. Así charlamos con el durante su ultima visita a Europa, para Lavaredo Ultra Trail 2019.

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