RIALP MATXICOTS 2017 (57k/D+4.800m): Travesía con sello Alpinultras en el Pallars. Crónica personal Paula Fernández-Ochoa

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La Rialp Matxicots completó su octava edición este finde: El evento coronó los 2.900m de un Montsent de Pallars nevado, con nuevos trazados de 57k y 23k más una combinada de ambas con 80km, siendo la prueba reina reconocida con el sello Alpinultras. Este año, además, la cita llegaba con un ambiente excepcional al lucir ya las primeras nieves en lo alto.

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Desde Carrerasdemontana.com  os trajimos en vivo la Matxicots 2015 con Memphis Madrid primero y  tambien la edición 2016 con Mayayo. De nuevo este 2017 hemos querido estar en vivo a pie de dorsal, para contaros todo sobre esta clásica que tan buenas referencias tiene de los populares que han apostado por ella en ediciones anteriores. Así, os traemos hoy la Matxicots 2017 desde dentro, vivida por Paula Fernández Ochoa sobre unas cimas vestidas de blanco. 

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RIALP MATXICOTS 2017: CRÓNICA PERSONAL PAULA FERNÁNDEZ-OCHOA

 

El año pasado me estrené en Rialp con mi primera ultratrail y, sin duda, me marcó. Fue una carrera impresionante por su enclave, su dureza y lo que viví en ella a nivel emocional (“Finishers: cuando el corazón y la amistad triunfan”). Por eso, al acabarla, supe que repetiría. Y aquí os dejo lo que he disfrutado y a la vez sufrido en esta 8ª edición de la Matxicots, resumido en una palabra: Impresionante.

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Quienes me conocéis sabéis que soy una amante de la naturaleza y, en especial, de la montaña. Creo que ésta es vida, que te permite relativizar las cosas del día a día, coger otra perspectiva, llenar tus pulmones y recargar paz y energía. También sabéis que me gusta el deporte y los valores que éste conlleva, tales como la superación, el esfuerzo, el respeto o el hacer equipo. Y la combinación de ambas cosas las he podido disfrutar en esta carrera, tan espectacular como a la vez exigente, lo que la convierte en una cita ineludible para todos aquéllos que sintáis como yo.

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La dureza de este ultra no está en su distancia, sino en el desnivel (4.800m D+) y en el clima, pues transcurre en alta montaña y en una fecha en que te puedes encontrar de todo, como así ha sido (sol, nieve, granizo y lluvia, con temperaturas frías). Por ello, los meses previos he intentado entrenar más la fuerza y llevar mejores suplementos nutricionales y equipación técnica. Y, sin duda, me he encontrado muchísimo mejor pero no por ello he dejado de sufrir y de tener que tirar de cabeza y corazón para conseguir superar este gran reto.

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Contaba con la baja por lesión de los dos amigos con los que corrí el año pasado e iba a repetir éste, Carlos y Ferrán –¡os he echado de menos!-. Eso no ayudaba, pero le di la vuelta y me dio fuerza para saber que esta vez tenía que conseguirlo no sólo por mí sino también por ellos. También fue muy positivo saber que “iba de la mano” de mi amigo Ignasi Jarauta (hombre de corazón de montaña a quien quiero muchísimo y admiro por su vitalidad, que con sus 62 años sigue hollando cimas con la ilusión de un niño), y que allí también compartiría kilómetros con amigos como Rai, Miki, Félix, Sergio, “Malo”, Víctor, Rafa & Co. Y, por último, tenía el calorcito de “los míos” que confiaban en mí y me apoyaban diciéndome que lo disfrutara y que lo conseguiría.

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Así que con esta parte emocional “controlada”, fui al briefing informativo de la carrera para que nos explicaran con detalle cómo iba a ser y qué material quedaba obligatorio. Nos adelantaron algunas novedades de este año, como las tarteras y los kilómetros verticales extra, y nos dijeron que nos íbamos a encontrar un abanico de escenarios climatológicos, por lo que tocaba ir preparados. Excitación máxima.

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Y tras el clásico ritual previo a una prueba como ésta (buen plato de pasta y preparación de la ropa y mochila con todos los gadgets), la “misión imposible” de dormir esas pocas horas que quedan antes de que a las 3:30am suene el despertador y comience la aventura.

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Alarma. Salto de la cama. “Me visto de luces”. Desayuno. Preparo todo el material y emocionada con el corazón en un puño salgo del hotel consciente de que esto ya arranca.

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La vibración que se respira en el punto de salida es impresionante. Vamos pasando el control de material, nos hacemos “foto de familia” todos los amigos que estamos allí y nos fundimos en abrazos, risas nerviosas y deseos de buena suerte. La noche está cerrada y hace frío pero se acerca la hora, y entre fuegos artificiales y aplausos del público, pistoletazo de salida y…¡allá vamos!

Hasta el primer avituallamiento, subiendo por el barranco de Sant Antoni dirección Altrón hasta la población de Seurí (aprox 9km cota 1.216m), fuimos Ignasi y yo, con buen ritmo y animados. Allí bebimos y comimos algo, y cuando nos poníamos en marcha saqué los bastones de la mochila y vi que uno estaba roto. Casi se me cae el alma al suelo imaginándome hacer esa ultra sin ellos pero se me apareció un “ángel” con nombre propio, @mifelix1972, y sin dudar ni pensárselo un instante me dejó los suyos. Me quito el sombrero y, de corazón, me has ganado. ¡Gestos así no se olvidan nunca!

Allí ampliamos el grupo de runners y nos encontramos con el primer regalo novedad de esta 8ª edición: la subida vertical por terreno virgen hasta el Tuc dels Altars, pasando por la antigua estación de esquí de Llessui (cota 1.660m) ¿Y por qué será que en lugares así, y encima nevados, me siento tan bien? 😉

Toca disfrutar del recorrido dirección el Coll del Triador (aprox 17km cota 2.087m), con unas vistas espectaculares del Vall Fosca y Vall d’Assua, ¡qué sensación de libertad!, sin perder de vista el techo de la carrera, el imponente Montsent de Pallars.

La subida fue tremenda, imposible correr, pero el sonido de los cencerros que tenían los voluntarios así como sus gritos de ánimo nos iban ayudando a trepar y las vistas de los Pirineos desde la cima fueron una gran recompensa (cota 2.854m)

Desde allí fuimos hasta el Motorroio con bajada vertical hasta el parking Mainera (aprox 22 km, cota 2.154m), y de nuevo tocó subir dirección Les Picardes. Mucho desnivel e imprescindible hacer zig-zags, con ritmo lento pero constante, en silencio, respirando. Cresteamos ya con más frío y comenzamos la bajada por terreno muy técnico, con nieve, hielo y piedras sueltas, volando por tarteras en las que ya nos empezó a granizar y rematando piernas y rodillas descendiendo por la pista de esquí hasta llegar a la estación de Espot (aprox 33km, cota 1.923m).

Superado el control de paso, paramos a comer algo con la familia de amigos que habían venido a apoyarles y darles ánimos en ese punto medio y en meta -¡qué envidia más sana sentí!-. Nos pusimos ropa seca y cuando íbamos a continuar de repente rompe el cielo con una lluvia torrencial impresionante. Miradas de complicidad por este reto que estábamos haciendo juntos, de asombro y risas nerviosas pero, sin muchas más palabras que añadir, movemos la cabeza hacia un lado simbolizando un ¡“vamos”!, nos cerramos bien la ropa técnica que llevábamos y… ¡a seguir! Esto hacía aún más épica la carrera.

Arrancamos con una gran subida y, por la Creu de l’Eixol, fuimos dirección al pueblo de Caregue (aprox 46km, cota 1.150m), pasando por la zona del Bedollar y la ermita de la Mare de Déu de la Muntanya Caregue. Praderas y bosques espectaculares, muy bonitos y corribles, pero, lo reconozco, por allí Ignasi, Rai y yo íbamos bastante “tocados”, y tuvimos que ir turnándonos el liderazgo para maximizar nuestras fuerzas en equipo.

Los tramos finales fueron menos técnicos y vistosos, por Escàs y Surp, con un tremendo último esfuerzo de subida hasta la Borda de César. Llegábamos al límite pero, una vez arriba, ya se podía saborear la meta pensando que quedaban apenas unos kms de bajada hasta Rialp (57km, cota 748m)

En esos últimos kilómetros y visualizando la llegada, te vienen a la mente pensamientos positivos como (i) la satisfacción personal de haberte esforzado superado subidas infernales, bajadas muy técnicas, crestas con nieve y descargas de granizo y lluvia con frío, (ii) el cariño de tu gente que te dará la enhorabuena por haberlo conseguido y, entre otros, (iii) la alegría compartida con los amigos con los que has vivido esa aventura. Ahí está el “motor” emocional y mental en esa recta final.

Me sentí bien y quise hacer un sprint en esos últimos kilómetros. Así que, tiré del “motor” del que os hablaba y, mientras se intensificaban esas buenas sensaciones, sin apenas darme cuenta tenía el calor de bienvenida arropándome con los aplausos y el arco de meta de Rialp sobre mis pies. ¡Lo había conseguido! Miré al cielo y supe que no estaba sola. Pronto entraron Ignasi y Rai y, junto a los que ya estaban allí, nos fuimos fundiendo en abrazos de los que se respiraba alegría, camaradería y superación.

Me voy feliz y, como siempre, con infinitas ganas de más, de seguir sumando y disfrutando.

Gracias a la organización, equipo de voluntarios y a todos los que de una forma u otra colaboráis para hacer posibles experiencias tan impresionantes como ésta.

Nos vemos haciendo kms y ¡Que a reír no nos gane nadie!

 

Paula Fernández-Ochoa. Vivircorriendo.com

@VivircorRiendo. Consultora y Docente en Marketing Jurídico y Marca Personal & Corporativa

Lema: “Que a reír no te gane nadie”

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FOTOS RIALP MATXICOTS 2017: ALBUM PERSONAL, POR PAULA FERNÁNDEZ-OCHOA.

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Info redactada por Mayayo Oxígeno para Carrerasdemontana.com