ALBERT HERRERO, CAMPEÓN ALPINULTRAS 2018: AUTORRETRATO PERSONAL Y ENTREVISTA CON PEPELU BALLESTER EN CANFRANC.

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Albert Herrero ha ganado el Circuito Alpinultras 2018 combinando talento deportivo en alta montaña y constancia. La temporada llegó a Canfranc con dos claros favoritos: Tras Nafarroa Xtrem y Desafio Ultra el Cainejo, la portuguesa Ana Bernardo era la única mujer que podía con la meta de Canfranc-Canfranc completar los tres retos. Ana lo consiguió. En hombres, Raúl Pérez Nestar lideraba tras dos victorias, pero se lesionó a última hora, quedando el campeonato muy abierto.

Albert logró una valiosa segunda plaza en Canfranc tras Pepelu Ballester, que sumada al bronce en Cainejo y  top10 en Nafarroa lo hacen campeón con un total de 36h19m18s en completar los 220k/D+18.000 del circuito. Tras el completaron podio Antoni Sances y Jacinto González. Este último, consiguió terminar el Circuito Alpinultras por tercer año consecutivo, siendo el único corredor en lograrlo.

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ALBERT HERRERO, AUTORRETRATO.

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No siendo hablar de mi mismo lo que mejor se me da, supongo que debería empezar diciendo que soy Albert Herrero, un apasionado de la montaña, tanto en lo teórico como en lo práctico, y que poco a poco a ha ido invirtiendo más tiempo, dinero y energías en el mundo de las carreras por el monte. Aunque he ido consiguiendo resultados que no negaré que me provocan ilusión y un puntito de orgullo, sigo siendo un corredor popular para el que las carreras de montaña no dejan de ser un hobbie donde verter los ingresos de mi actividad profesional cotidiana. Mi trayectoria académica también fue saltando de roca en roca, llevándome a ser ingeniero de caminos y licenciado en física, y a hacer un doctorado en hidráulica, aunque en los tiempos que corren cualquier día se ponen a mirar las faltas de ortografía y me la quitan… Después de una larga trayectoria en el mundo de la investigación en temas de medio ambiente, actualmente me dedico a proyectos de consultoría en el ámbito de la ingeniería hidráulica.

Deportivamente hablando vengo del mundo del atletismo de pista. En otra vida fui corredor de 800 metros. Un mediofondista que, por extraño que parezca a la vista de mis carreras actuales, no quería saber nada de cualquier distancia con cuatro o más dígitos. Mi único 1500 fue en un decatlón al que me lancé más por lo exótico que por lo competitivo. Después de un paréntesis de enclaustramiento estudiantil, hacia 2006 hice mis pinitos en el mundo de las carreras de asfalto, y mi grado de implicación fue desarrollándose al mismo tiempo que lo hacía el deporte popular en general. Poco a poco me fui marcando objetivos y probando cosas diferentes, llegando a la mítica distancia del maratón o lanzándome a la aventura de un Ironman. Supongo que fue en estos proyectos donde adquirí la disciplina y la constancia del entrenamiento cotidiano necesario para plantearse con garantías una trayectoria en el mundo de las carreras de montaña de larga distancia.

No sé por qué me dio por la larga distancia. Supongo que porque correr por el monte es bonito, y cuanta más distancia, más cosas bonitas se ven. También me atrae la componente mental, la gestión de los problemas en carrera y la satisfacción que genera el poderlos superar. Y quizá más importante, lo que uno aprende haciendo ese tipo de pruebas, tanto sobre uno mismo como sobre la importancia relativa de los problemas. Creo que desde que corro por el monte me quejo menos y soy más tolerante a las incomodidades de la vida. Son cosas que he ido desarrollando desde que en 2004 me animase a hacer la Carros de Foc en 20h después de una semana en las fiestas del pueblo, o que en 2010 afrontase mi primer ultra en el Andorra Ultratrail, con la incertidumbre del “Seré capaz?” y alucinando al ver que la gente salía corriendo!

A lo largo de los años he ido ganando experiencia a base de probar carreras de características lo más variopintas posible. A pesar de que creo que las carreras más largas se me dan mejor, me gusta coger chispa haciendo pruebas más cortas, o recordar la sensación del corazón saliéndose por la boca en un kilómetro vertical. En el extremo opuesto, me han encantado experiencias como la del Tor des Geants, una aventura personal impresionante. Como viajero empedernido, también he intentado correr en los ambientes más diversos, desde los fiordos noruegos de la Tromso Skyrace, hasta las interminables escaleras de la Diagonale des Fous en la Isla de la Reunión, y desde los lagos y montañas de la Misión en Argentina, hasta la mezcla surrealista de bosque y rascacielos de Hong Kong. Pasando también por una mágica e inolvidable experiencia en el desierto con motivo de Le Treg, 180 kilómetros en un rincón remoto de una región remota de un país tan remoto como el Chad. No pierdo la esperanza de completar algún día un proyecto personal que se me ocurrió en un momento de iluminación, consistente en completar una carrera de ultradistancia en cada continente.

No todo son carreras de montaña, así que desde hace unos años compagino el trail con el mundo de las carreras de orientación. Un deporte divertido y relativamente desconocido entre la comunidad de corremontes, a pesar de que es una manera entretenida y amena de entrenar para las carreras por montaña. Yo en concreto me dedico a la modalidad de rogaine. Son carreras en las que dispones de un mapa de un cierto territorio en el que hay distribuidas una serie de balizas, cada una con su puntuación. Se corre por equipos de entre 2 y 5 personas y se dispone de un cierto tiempo para hacer el máximo número de puntos posible. Es por tanto una combinación de estrategia (optimizar el recorrido y adaptarse sobre la marcha), orientación (cuanto mejor sea la interpretación del mapa más rápido encontrarás las balizas) y físico (cuanto más corras más terreno podrás cubrir). Empecé corriendo durante tres años con Jaume Folguera y ahora llevo un par de temporadas corriendo con Aurelio Olivar, indestructible y curtido donde los haya, además de ser una de las personas más positivas del mundo, cosa que, creedme, es importantísimo cuando has de pasarte hasta 24 horas tomando decisiones en cada rincón, en equipo y en condiciones en las que el cansancio hace insoportable a cualquiera.

Todo me gusta y todo me llena, pero un tipo de carreras que me resultan especialmente atractivas son las que discurren por terreno de alta montaña. Aquellas que te obligan a poner los cinco sentidos en el suelo que pisas y que no te permiten poner el piloto automático. Me gusta la conexión con el ambiente que sientes en estas carreras. Supongo que en mis preferencias también influye el hecho de que creo que se me dan bien las subidas fuertes, los “tramos de caminar”. Esta componente técnica y alpina es el rasgo característico del proyecto AlpinUltras y es por ello que hace unos años que me siento atraído por las pruebas que forman parte de este circuito. Empezando por el Ultra Valls d’Àneu, que formó parte en ediciones anteriores y siguiendo por el terreno, agreste donde los haya, del Desafío el Cainejo.

Después de catas concretas en años anteriores, este año me planteé completar el circuito de las tres pruebas. Empezó en el mes de abril en la Nafarroa Xtrem, quizá la prueba menos acorde a mis características por ser más rápida que sus dos hermanas, pero en la que disfruté mucho corriendo por los bosques de hayedos y los prados neblinosos del Pirineo navarro. Siguió a finales de mayo con mi segunda visita a los Picos de Europa para afrontar las cifras únicas, 52km y 5100m de desnivel positivo, del Desafío el Cainejo. Tres subidas sin cuartel y tres bajadas en las que tienes que agarrarte hasta con los dientes, entorno a los abismos de la Garganta del Cares. Y acabando a principios de septiembre con la aventura de la Canfranc-Canfranc. Ya lo dicen, los 100km más largos del mundo, con subidas que aparecen en cualquier rincón y bajadas que aglutinan a todas las piedras del mundo. No sé si por no encontrarme todo lo bien que quisiera o porque está aún fresca en la memoria, pero tengo la sensación de ser de lo más duro que me he encontrado, y eso que con el tiempo ya hemos toreado en plazas complicadas.

Ese es el espíritu de AlpinUltras, carreras de montaña que primero son montaña y después son carreras. Pruebas en las que has de manejar variables más allá de las propiamente atléticas y en las que correr es menos importante que en otras de terreno más “amable”. Son carreras duras, que hay que plantearse y preparar en consonancia con sus características, pero dicho todo esto son aventuras que recomendaría a todo aquel que se mueva bien en alta montaña, sin llegar a la pura escalada pero sí a trepadas en terreno relativamente expuesto. Así que si os motivan los retos aderezados con buenas dosis de alta montaña, AlpinUltras es un bonito proyecto sobre el que plantear una temporada de carreras.

 

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ALBERT HERRERO, GALERÍA DE FOTOS. 

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Info redactada por Mayayo Oxígeno para Carrerasdemontana.com