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Pecados capitales del Trail Running: La Soberbia. #Todoestoeracampo (8) Por Luis Arribas
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Los Pecados Capitales del trail llegan hoy a su final con esta octava columna: Una sección que ofrece las columnas de opinión de un veterano corredor, Luis Arribas @_spanjaard, quien lleva años compartiendo kilómetros con nosotros, una década desde aquellas sesiones con Los Paquetes, como aquellas ediciones compartidas en la Madrid Segovia.
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Luis lleva años viviendo la pasión de escribir, habiendo colaborado en numerosos medios y publicado dos libros. Tras haber pecado de obra y palabra con la Gula, Avaricia, Ira, Pereza, Lujuria y Envidia, llegamos hoy a meta con SOBERBIA en #Todoestoeracampo
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#TODOESTOERACAMPO, por Luis Arribas @_spanjaard
Pecados capitales del Trail (8): La Soberbia
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Con lágrimas en los ojos y barro en las zapatillas tenemos que llegar a la última columna de la serie de nuestros pecados capitales. Cuando empecé quise dejar que la lógica de nuestras calamidades y vergüenzas nos condujera a un final hilado. Y qué mejor modo de terminar estas reflexiones afirmando, que no sugiriendo, nuestro principal pecadillo: La Soberbia.
El mundo del correr por el entorno urbano ha explotado. La montaña es parte de la onda expansiva y a estos dominios llegan los componentes más atrevidos y más fuertes de ese spill over effect. Y entrecerramos los ojos y nos apoyamos en la dragonera de nuestro bastón con cierta suficiencia. Pensamos que nuestro territorio los terminará devorando. Para bien o para mal.
Hay un aire soberbio en el trail. No todo el mundo vale para poner los cuádriceps gritando mientras descendemos por un arrastradero de madera. Las ascensiones de cincuenta minutos a collados pirenaicos no están hechas para todos los metabolismos. Cosas así pensamos mientras los experimentados nos mesamos esa barba descuidada o deslizamos los dedos por los gemelos curtidos y embarrados.
No. No dejamos que la dureza permita gustar a todo el mundo. O quizá sí lo dejamos pero, dado el caso hipotético de una invasión procedente de los componentes del correr urbano, festivo, rápido, siempre tendremos la escapada de los muflones, roca arriba. Bien, podéis participar en pruebas de trail, pero la esencia real está en las distancias extremas. Esto es algo mucho más duro.
Tenemos el ejemplo de esa soberbia infantil en nuestras narices. Hemos asistido durante los últimos veinte años al nacimiento de las carreras alpinas. Primero fueron las bonitas translaciones modernas de viejas carreras que clubes alpinos idearon en los años 30. Después todo tenía que homologarse a la distancia maratón, como si aquello tuviera alguna lógica en la montaña. Después se pasó de kilómetros a millas, contra lo que Europa impuso el ideario extremo. Chamonix tocó las campanas de la locura y no solamente bastó con que la cifra de 100 asomase al trail, sino que los desniveles válidos eran cada día más grandes. Y, si éste organizaba una carrera con 5.500 de desnivel, nosotros podíamos hacerlo con 6.000. Si existía la posibilidad de coronar todos los cuchillares, canales y riscos, a por ello. Una cima mejor que un collado. Un despeñadero mejor que una senda.
Soberbia, amigos y amigas. Y es tan sana y tan poderosa que nos anima a estamparnos contra retos más bestias. Hace de filtro evolutivo y nos devuelve a las catacumbas de la soledad en el momento en que la huida nos expone al peligro, al sufrimiento. La soberbia es necesaria para reconocer, pasados unos años, que hicimos muchas cosas mal ascendiendo solos a un Olimpo que no existía. Porque a las montañas, tan democráticas ellas, les da lo mismo que acumules dieciocho puntos UTMB o que hayas ascendido siete sietemiles. La montaña, grande o pequeña, se rige por un sistema de puntuación propio, cruel. El sendero podría estar ese día más deslizante. La placa de hielo podría desprenderse. La fuente a la que acudes podría estar absolutamente seca.
Entonces, cuando estás dolorido de tu esguince, caído por la sed o esperando que los grupos de rescate acudan por ti, entiendes que este pecado capital es un resumen de nuestra pequeñez. Somos estúpidamente soberbios. Estamos un poco ciegos y un poco locos y tiene que ser esa montaña a la que empeñamos en denominar territorio trail la que nos permita correr o no por ella.
En definitiva, la soberbia es un pecado de juventud que no curaremos por escarmiento propio. Es el resumen de toda esta serie de pecados de los que he escrito y el peor aliado para acudir, como dijo Kilian Jornet, a “la gran escuela del fracaso” que es la montaña. No hay envidia sin soberbia. Ni avaricia sin soberbia. La eterna aspiración a pensar que estamos un poco más cercanos a los dioses que los demás: el gran pecado del que se acerca al mundo del trail con todas las debilidades del ser humano.
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MÁS PECADOS CAPITALES EN LAS CARRERAS DE MONTAÑA.
Si te ha gustado leer este episodio de #todoestoeracampo, no dejes de echar un ojo a sus hermanas: Ira, Avaricia, Gula, Pereza, Envidia…
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Info publicada por Mayayo Oxígeno para Carrerasdemontana.com
Estupenda saga, Luis. Y muy acertado este capitel con hojas de acanto que la corona, pues que si que pecamos de pedir un Plus Ultra. Por no hablar del valor desmedido de llegar a cruzar meta, cuando a veces es más lógico retirarse para poder correr más sano más veces, antes que forzar una lesión
Soberbio jejeje 😉